lunes, 31 de agosto de 2015

Compactado veraniego 2

Otro compactado. He visto bastantes cosas, para ser verano, algunas hace ya bastante tiempo, por lo que no lo recuerdo muy bien. Y sé que hay otras que no recuerdo siquiera.

Vi la versión de Henry Hathaway de True Grit, la primera adaptación de la novela del mismo nombre, ya sabéis, la de la niña que busca venganza del absurdo asesinato de su padre. Es una historia bastante buena, y aquí tiene unos actores que la encarnan muy bien, en particular la relación entre la joven y la John Wayne. Me gustó mucho la de los Coen, creo que más que la de Hathaway, discúlpenme la herejía. En los aviones que me han trasladado a mi lejanísimo destino veraniego de trabajo, vi La isla mínima, la espléndida recreación de Alberto Rodríguez de algún perdido paraje andaluz en los primeros años de la democracia. Más que una trama no demasiado novedosa, impacta por todo lo demás, sus personajes, sus ambientes. Las condiciones en las que vi no fueron muy buenas, me gustaría disfrutarla otra vez. La producción de Disney Tomorrowland es un film futurista con mensaje entre bienintencionado y cauteloso. La cuenta Brad Bird, un director con títulos de animación curiosos. Se quedan algunos agujeros que no logro explicar, anda todo un poco cogido por los pelos, pero vaya, le agradezco que me hiciera el viaje más soportable. En el viaje de vuelta me enchufé a Los Vengadores 2, creo que Joss Whedon, lector como yo de la serie original, ya domina en la segunda parte los personajes, los ha recreado a su antojo olvidándose de la letra del original, y ya son plenamente suyos, unos más que otros. Es una película con su huella, para los que le hemos ido siguiendo la pista. Igual se pasa de ambiciones y de un gigantismo inevitable, pero sale bien parado, la disfruté bastante.

Otras cosas. Funny games, la primera, un Haneke con ganas como siempre de molestar al espectador, de hurtarle respuestas, de plantear enigmas. Ua película desagradable que juega con el espectador lanzándole mensajes a la cara, no dejándole olvidar nunca que está viendo una ficción. Detalles de Kubrick en algunos iconos visuales. Violencia a varios niveles, con el espectador como conductor. Un tío raro, pero no tanto como Passollini: Porcile es su película más críptica, imposible hilar dos palabras sobre ella. Ya planea en su desosiego y en su asco por todo la hecatombre de Saló, pero queda muy lejos de aquélla. Aún.

Me gustó mucho El ladrón de París (Le voleur), de Louis Malle, con un Belmondo señorial, maravilloso, recreación de época, con un personaje muy de Malle, rebelde a su pesar, desubicado en cualquier sitio, sobreviviente especializado. 2 horas de puro gozo. La cosa va de ladrones profesionales, de timadores, qué más os da de que vaya, vedla.

Más lejana en el tiempo fue La balada de Orin (Hanare goze Orin), de Shinoda. La historia de una goze es decir, de una cantante japonesa ciega de nacimiento. Nunca se acaba de descubrir todos los pormenores sociales, de clases y de costumbres del Japón clásico. La película es trágica, pero no he podido acabar de conmoverme, por más que admire la belleza estética de un film que me deja frío.


martes, 11 de agosto de 2015

Los pasos del destino

Fate is the hunter (1964) USA
Ralph Nelson

Un caso paralelo al de Flight, que comentaba el otro día. Una película que comienza con un accidente aéreo. Parece un sabotaje, pero luego resulta que no, que es una confluencia del destino: todo lo que podía salir mal, salió mal. Luego se intenta culpar al piloto fallecido, pero ahí Glenn Ford recorre su vida para descubrir lo bue tipo que era. Por mi tono, habréis podido adivinar que se trata de una película caprichosa y tediosa hasta la desesperación.