David Robert Mitchell
Triunfadora en esos circuitos alternativos en los que a veces se mueve el cine de terror, esta pequeña obra ya de culto, una extraña historia de maldiciones encadenadas, que se pasan de unos a otros a través del sexo, triunfa por tomarse en serio un material que podría haber dado para otras lecturas. Lo hace con una puesta en escena elegante, de pocos elementos y trucajes, desasosegante.
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