Akira Kurosawa
Con sólo dos películas en 10 años, la década 1965-1975 parece haber sido de crisis total en la carrera de Kurosawa, antes del resurgir en su espectacular última etapa (incluso he leído en algún sitio que se acercó al suicidio). No están las dos películas de esta entrada entre las más recordadas del cineasta.
Ambas basadas en dos obras del mismo autor, Shugoro Yamamoto, se tratan de películas muy diferentes. Barbarroja es un relato en casi 3 horas sobre una clínica para pobres en el Japón del shogunato, al que llega a regañadientes un médico nuevo, que aprenderá la típica lección moralizante de practicar la medicina y la empatía, de la mano del mentor, apodado Barbarroja (Toshiro Mifune). El desarrollo no plantea mucho interés, y hay algunas digresiones a las que no encuentro la lógica. Kurosawa se emplea en la sublimación del material y el cuidado visual, con una preciosista fotografía en B/N, pero el resultado es muy largo y repetitivo.
Dodeskaden, rodada con poco presupuesto, es una arriesgada fábula que se desarrolla en un pobre barrio de chabolas, en un decorado casi surrealista. La primera película en color del maestro ya fija su dominio de éste como elemento narrativo. La película, rara en su filmografía, al menos en sus formas (no en ese ambiente, que ya salía en películas tempranas, como El perro rabioso o El ángel ebrio), me resulta simpática, aunque la entiendo como un testigo de una época de crisis de autor, buscando un nuevo camino.
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