domingo, 7 de octubre de 2018

Revisiones

Cometo el pecado de cinéfilo de no hacer demasiadas revisiones de películas. Y es pecado porque volver a ver películas tiene muchas ventajas. Ante la posible desventaja de llevarse un chasco con películas de buen recuerdo que al volverlas a ver ya no dejan buena impresión, en general, cuando me he animado a ello, ha sido para volver a pasar, como mínimo, un buen rato como el de la primera vez o que aumenten el valor de películas que no recordabas tan bien como creías, o no recordabas en absoluto.

Recientemente, he vuelto a ver tres películas y todas ellas han aumentado mucho de valor. Dos son de los Coen, dos películas que en el momento de su estreno no me gustaron demasiado, a pesar (o quizá a causa de, quién sabe) de sus buenas críticas. Pero tanto Barton Finch, como, sobre todo, El hombre que nunca estuvo allí, me han salido ganando muchísimo. Son películas además muy conectadas, casi continuación una de la otra, en su concepción como en sus personajes, nada convencionales.

Y qué decir de La regla de juego, el clásico de Jean Renoir, que yo recordaba con esa condescendencia con que a veces recordamos a los clásicos, reconociendo algo pero sin de verdad reflexionar sobre ello. Película que cambia cada vez que la miras, que evoluciona milagrosamente, grandísima.

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