Una racha de pereza, trabajo, vacaciones, sucesivamente, ha dificultado que mantenga al día este diario, pero, como dice la presentación del blog, el principal destinatario es mi memoria, quiero dejar constancia breve de estos días, que he mucho muchas cosas, por supuesto de forma caótica, troceada, desordenada y casual, como siempre. He visto cine español de solera, la primera película como directora de Ana Mariscal, Segundo López, aventurero urbano (1953); es probable que a Ana Mariscal se la conozca algo más por ser mujer cineasta española de la era franquista que por sus cualidades, pero esta primera película, neorrealista en las formas, costumbrista en todo lo demás, no está mal, hecha con el dinero muy justito, pero con buenas maneras. También vi, por primera vez, El último cuplé (1957, Juan de Orduña), hecha igualmente con poco dinero, pero de histórico éxito, encumbrando a la categoría de mito a Sara Montiel, actriz muy limitada por lo demás. Vista hoy, es difícil de explicar su éxito; hay cierta elegancia en su secuencias musicales, que se ensartan con la trama, en sus transiciones hacia y desde los números. Algo posterior es Vida conyugal sana (1974), de Roberto Bodegas, producción de José Luis Dibildos, de aquella tercera vía. El guión lo firma Garci, y se nota su parentesco con las primeras películas que rodaría como director, para mí su etapa más simpática. Película testimonio, de mucho interés histórico y testimonial. Tiene su gracia, y Ana Belén está guapísima.
Fuera del cine español, tengo un apartado de cosas raras bastante lleno. Aleksandra (2007, Rusia), film de Aleksandr Sokurov. Es la tercera película que veo de este director, que nunca se sabe por dónde va a tirar. Aleksandra es una señora que va a visitar a su nieto, soldado ruso destacado en Chechenia. Allí convive con los soldados y se escapa a los mercados locales, que conviven a la fuerza con el ejército. Es curioso cómo el conflicto apenas está indicado, y la mezcla absurda de realismo con un argumento bastante improbable (algo que ya pude ver en Moloch, otra de sus películas). Las pocas críticas que he leído de ella son buenas; a mi me ha aburrido soberanamente y me ha conmovido poco o nada. Otro tío raro es Hong Sang-soo del que he visto El día que él llega (The day he arrives, Book chon bang hyang, 2011, Corea); relato rohmeriano (con esencia de Goddard) hasta la médula en el que un director de cine en el dique seco visita Seúl, ve a algunos antiguos amigos, una antigua novia, y constata el punto muerto en el que se haya vitalmente, Tiene una manera de narrar curiosa, con coincidencias secretas y misteriosas, con pequeños signos, con muchos vacíos. Creo que su cine gana enteros al ver varias de sus películas, como pasa con Rohmer, hasta llegar a cogerle el gusto.
Y en cuanto a cine normal, me conformé con La dama de hierro (Iron lady 2011, UK), de la directora Phyllida Lloyd, biopic sobre la figura de MArgaret Thatcher, que se centra fastidiosamente en su última etapa, ya enferma de demencia, y que repasa con rapidez, de puntillas, sobre lo que de verdad interesaría saber más, es decir, su ideario, su política; queda como retrato personal de una mujer brava y poco más, encarnada con admirable profesionalidad por Meryl Streep.
Nada más. Espero ser más disciplinado a partir de ahora.
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