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martes, 15 de marzo de 2022

Géminis

Gemini man (2019) USA
Ang Lee

Producción de acción de Jerry Bruckheimer con capital chino (al parecer un viejo proyecto de los 90), con Will Smith en doble papel, aunque uno de ellos recreado grimosamente en CGI, un hombre que tiene que enfrentarse con su propio clon, treinta años más joven. Tiene escenas de acción bastante buenas, rodadas en 4K y a 120 frames (esto lo he leído por ahí, porque me llamó mucho la atención la textura y el detalle), en medio de un desarrollo turístico por medio mundo que es una sarta de chorradas. Se embolsa el cheque Ang Lee, aunque le va gustando esto de los prodigios tecnológicos.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Festival de cine de Mi Casa

Me ha dado mucha envidia el excelente post rescatado del tiempo de un colega bloguero, así que como voy con mucho retraso con este diario, y últimamente he visto más películas de lo habitual, me pongo al día en este rápido repaso a lo exhibido en esta sala local vallecana en los últimos días (Ay, mi Rayo). Ya adelanto que el nivel del festival ha sido bastante alto.

Te tienes que rendir ante una obra desmesurada y finalmente arrebatada como La vida de Pi (Life of Pin, 2012, USA), primero ante su pericia técnica, asombrosa, inaudita, y luego ante su avalancha narrativa, vital y lírica. Grandísimo Ang Lee, una película única e inolvidable. En el mundo opuesto está Mátalos suavemente (Killing them softly, 2012, USA). La película anterior de Andrew Dominik que había visto, un western de nombre larguísimo, me había resultado simpática pese a ser evidentemente pretenciosa, pero confieso que esta nueva entrega, parecida en su estilo, un thriller urbano, me ha resultado irritante y tediosa. Igualmente tediosa es El segundo círculo (Krug vtoroy, 1990, URSS, Alexandr Sokurov), película testimonio del derrumbe de la URSS, centrada en la tortura burocrática y anodina de un joven al intentar enterrar a su padre, muerto en un remoto paraje siberiano. Cumple su cometido, pero es un tostón soberano.

Mucho más divertido de ver es el thriller argentino Sin retorno (Argentina, Manuel Cohan, 2010), ópera prima en la que se muestra un narrador vigoroso y atrevido, que utiliza la elipsis con un desparpajo encomiable, que tira de detalles para sugerir el cambio vital de los personajes. Cuando uno cree que el nivel medio del cine español es bueno, viene una contundente película argentina, con nervio, y ya todo te parece blandito. Como Operación E (Miguel Courtois, 2012), sobre la historia de un campesino colombiano (el cine español de vacaciones otra vez) en una peripecia al parecer real al que le falta eso, nervio, fuerza y destreza narrativa, no se puede confiar todo a Luis Tosar.

Volviendo la vista al pasado, dos buenas películas, muy diferentes, una adaptación libérrima de la zarzuela Doña Francisquita, producción de Benito Perojo a las órdenes de Ladislao Vajda, que entrega un producto fresco y alocado, una especie de metazarzuela realmente atípica, con un reparto de  locos igualmente. Imaginaos a Pepe Isbert haciendo de profesor de canto italiano. Ahí lo dejo. Termino con Una doble vida (A doublé tour, 1959, Francia), el primero de los personales thrillers de Chabrol, con su detestable familia burguesa y asesinato incluido, muy hitchcockiano en su estilización, con un Belmondo desatado a punto de irse con su personaje a romper el cine en À bout de soufflé.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Deseo, peligro

Se jie (2007) Taiwan
Ang Lee

El taiwanés Ang Lee regresa momentáneamente a Taiwán para rodar esta lujosa superproducción de época, que se desarrolla en la China ocupada por Japón, y se mueve en los ámbitos de la resistencia y de los colaboracionista. Encuentro ciertos parecidos curiosos con la película anterior de este diario. Relatos vagos y zigzagueantes que se encienden por chispazos imprevisibles de poderosa energía. Deseo, peligro es una película demasiado larga, amorfa, con unos primeros 60-80 minutos bastante planos, que incuban un inesperado latigazo en su parte final, que lo convierte en un drama desesperado e impactante, en buena parte por la inquietante presencia del actor Tony Leung. Ang Lee, como suele ser habitual en su cine, se mueve mejor en interiores, que entre los ropajes de la superproducción.